De perros, gatos...y algo más

Brutus 1

Esta es una historia pendiente de ser contada.

Es la de Brutus, mi perro. Brutus es un Mastín Leones grande incluso para su raza, noble, equilibrado y muy especial. Su único defectillo es ser un macho dominante que considera que sus dominios llegan hasta donde abarca su vista. Es el gran protector de la familia, amigo y compañero.

Esta es una historia difícil de escribir por demasiado mágica, tan mágica que parece un cuento de hadas moderno, pero es una historia real, absolutamente cierta, llena de sincronicidad y señales.
Resulta demasiado larga para contarla de una vez, pero no se puede abreviar porque es como es.

Una soleada mañana de principios de primavera hace cuatro años, recibimos la llamada de un amigo ofreciéndonos un cachorro de Labrador blanco, una perrita para ser exactos. El padre de mis hijos se defendió como pudo de la insistente oferta, intentando por otra parte que ninguno nos enterásemos del asunto...pero nos enteramos... y comenzamos a ejercer presing pues todos menos él queríamos tener un animal de pelo en casa.

Sí, porque teníamos sapos, ranas, tortugas de California, peces, ratones rusos y jerbos, hasta una salamanquesa, pero ninguno tenía pelo (salvo los roedores, pero esos para esta historia no cuentan) y a ninguno se le podía hacer mimítos.

Los niños sacaban a pasear a los sapos al jardín preparándoles baños al sol los días que hacía bueno, también a las tortugas...la salamanquesa andaba suelta por casa...y para los ratones montaban laberintos sin fin y pistas americanas...pero los niños y yo sentíamos que en nuestra vida faltaba un perro.

De vez en cuando teníamos acaloradas discusiones por este asunto, entre todos intentábamos convencer a su padre pero era inespugnable, sus argumentos invocaban la responsabilidad, las ataduras y las cargas, cosas evidentes, a pesar de lo cual nosotros queríamos un perro.

Ante la oferta de nuestro amigo vimos una puerta abierta, así que no paramos de insistir en todo el día y finalmente conseguimos una vaga promesa: tendríamos un cachorro cuando la perrita que nos habían ofrecido tuviera su primera camada, dentro de un año o año y medio más o menos, y bajo ciertas condiciones.

Nos lo creímos, los niños y yo nos lo creímos...

Y los niños hicieron un escrito en el que se comprometían de corazón a cumplir con lo pactado haciéndoselo firmar a su padre, firmándolo ellos y poniendo un sello inventado.

Bien pues, aquello se convirtió en un pacto sagrado al que respondieron Cielo y Tierra removiendo Roma con Santiago.

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