Willow, una flor para la amargura, el resentimiento y el perdón.


Recordemos quien es Willow:

Willow es un habitante del país de los pequeños que vive tranquilo en su aldea junto a su familia. Un buen día por caprichos del destino se encuentra una princesa-bebe abandonada en una cesta en el río y la recoge inocente y amorosamente. Ya que ha sido él su salvador se le asigna la inopinada tarea de trasladar a la pequeña princesa a un lugar seguro, pues la profecía dice que con ella llegará la Luz al reino, ahora sumido en la oscuridad. La tarea se le hace monstruosamente grande, se resiste, pero no le queda más remedio que llevarla a cabo, eso si con inmenso resentimiento e intentando zafarse a cada instante. Willow, que en el fondo es un aprendiz de mago, va recibiendo ayudas por el camino, nunca está solo, siempre esta protegido, pero le cuesta verlo. Al final la promesa se cumple y su hazaña contribuye a devolver la Luz al reino y todas sus peripecias y sinsabores cobran sentido. Y el camino recorrido se convierte en un viaje iniciático que le conecta con el propósito de su existencia: reconocer en su interior el mago que ya era.

Ya lo hemos dicho en otra ocasión, no estamos solos, en este caso tampoco.

Willow es un tremendo apoyo cuando tenemos que enfrentarnos al resentimiento y la amargura que invaden nuestra alma, cuando esta colapsa nuestra vida y la bilis nos sube al corazón.

Willow nos anima a disfrutar más de la existencia haciendo posible que veamos aquellas pequeñas cosas que la hacen fácil y agradable pero que en estado negativo pasamos por alto.

Así mismo nos ayuda a liberar los sentimientos negativos asociados a antiguas perdidas o fatalidades.

Willow nos conecta con la propia responsabilidad y al pensamiento constructivo.

Nos permite ser conscientes de que somos responsables de todo lo que nos pasa y tomar las riendas de nuestra vida permitiendonos encontrar el aspecto positivo en las situaciones difíles para posteriormente recrearlas con el poder de la atención y desde la intención.

Cuando liberamos nuestra energía retirándola del pasado que nos causa está amargura, únicamente porque todo sucedió de manera diferente a como esperábamos y reconocemos que todo es perfecto tal como es, como fué, recobramos la capacidad de manifestar lo que elegimos vivir en cada momento, pues liberamos el tercer chakra y su poder, convirtiéndonos en los seres creadores que realmente somos.

Ahí reside la vital importancia de soltar las ataduras con nuestro doloroso pasado, para poder reciclar la energía que destinamos a mantener el enganche y crear en el aquí y el ahora la vida perfecta que elegimos vivir.

Porque únicamente en el aquí y el ahora vivido con plena atención está la llave a un nuevo futuro libre de las cargas y condicionamientos del ayer.

En esta ocasión no voy a describir la prescripción clásica de Willow, está en cualquier manual de terapia floral.

Solo recordar que lo que está fuera es un reflejo de lo que está dentro, así que, si lo que llevamos es un lastre de un momento anterior en nuestra vida esa experiencia nos volverá una y otra vez.

Soltemos para darnos a nosotros mismos la oportunidad de atraer cosas nuevas y con una vibración más alta.

En este sentido es en el que somos responsables de nuestras existencia, de lo que construimos y de nuestra experiencia en el mundo.

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