Vivo en un lugar privilegiado de la sierra de Madrid en el que la naturaleza se asoma a las ventanas de mi casa con cada rayo de sol, donde no llega el ruido del trafico y las ovejas pastan todas las mañanas y todas las tardes a cincuenta metros de mi puerta.
Un paisaje de montañas aún nevadas, dehesas de reses bravas y prados poblados de encinas...
...Encinas, unas más pequeñas pero no jóvenes por ello, otras más robustas ya...con una hermosa copa ahora en flor...dentro de nada con frutos...encinas de fuertes y profundas raíces que buscan el centro de la Tierra...
...Copas, raíces, hojas, frutos...y en el centro fluyendo la savia a través del tronco...
...La cabeza... la copa...las ramas en el Cielo...los pies...las raíces en la Tierra...cada cosa en su sitio, solo así podemos movernos libremente por la vida.
Una copa alta, ancha, que llegue hasta el Cielo, que baje el Cielo a la Tierra, que me dé fuerzas y cobijo, que me permita crecer a su sombra...protegida de la lluvia...del sol de mediodía...que se proyecte hacia el Cielo llena de flores y cargada de frutos...que me alimente del Prana...de la Luz...hojas que recogiendo la energía sutil y a través de la química de la fotosíntesis transmuten la sustancia dando cuerpo y materia al árbol.
Y raíces profundas en Tierra, dando sostén, enclave, dirección...tan grandes como la copa...más grandes que la copa...profundas y extendidas...abarcando potentes el espacio a su alrededor...
No nos despistemos: necesitamos raíces para vivir, no nos perdamos con la espiritualidad la experiencia que hemos venido a vivir en esta existencia...pero miremos hacia arriba y recordemos que los arboles también tiene copa...
...La espiritualidad es una parte de nuestra existencia...tratar de vivir de espaldas a ella, como si no existiera, como si las ramas hubieran sido taladas, es un esfuerzo excesivo e inútil.
Siente la sombra que dan las ramas de tu propio árbol y comienza a disfrutar de una nueva vida sabiendo que una parte de ti se hunde profunda en la Tierra y la otra se proyecta hacia un Cielo de Luz infinita que no conoce limites.
Puede que hacia abajo encontremos rocas...hacia arriba, como mucho, nubes antes de tocar las estrellas.
Un paisaje de montañas aún nevadas, dehesas de reses bravas y prados poblados de encinas...
...Encinas, unas más pequeñas pero no jóvenes por ello, otras más robustas ya...con una hermosa copa ahora en flor...dentro de nada con frutos...encinas de fuertes y profundas raíces que buscan el centro de la Tierra...
...Copas, raíces, hojas, frutos...y en el centro fluyendo la savia a través del tronco...
...La cabeza... la copa...las ramas en el Cielo...los pies...las raíces en la Tierra...cada cosa en su sitio, solo así podemos movernos libremente por la vida.
Una copa alta, ancha, que llegue hasta el Cielo, que baje el Cielo a la Tierra, que me dé fuerzas y cobijo, que me permita crecer a su sombra...protegida de la lluvia...del sol de mediodía...que se proyecte hacia el Cielo llena de flores y cargada de frutos...que me alimente del Prana...de la Luz...hojas que recogiendo la energía sutil y a través de la química de la fotosíntesis transmuten la sustancia dando cuerpo y materia al árbol.
Y raíces profundas en Tierra, dando sostén, enclave, dirección...tan grandes como la copa...más grandes que la copa...profundas y extendidas...abarcando potentes el espacio a su alrededor...
No nos despistemos: necesitamos raíces para vivir, no nos perdamos con la espiritualidad la experiencia que hemos venido a vivir en esta existencia...pero miremos hacia arriba y recordemos que los arboles también tiene copa...
...La espiritualidad es una parte de nuestra existencia...tratar de vivir de espaldas a ella, como si no existiera, como si las ramas hubieran sido taladas, es un esfuerzo excesivo e inútil.
Siente la sombra que dan las ramas de tu propio árbol y comienza a disfrutar de una nueva vida sabiendo que una parte de ti se hunde profunda en la Tierra y la otra se proyecta hacia un Cielo de Luz infinita que no conoce limites.
Puede que hacia abajo encontremos rocas...hacia arriba, como mucho, nubes antes de tocar las estrellas.
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