¿QUE ES LA SOMBRA?
Antes de que Freud comenzara a bucear en las profundidades del inconsciente humano, en 1886, Robert Louis Stevenson tuvo un sueño muy revelador.
En su sueño un hombre perseguido por haber cometido un crimen ingiere una pócima, sufriendo con ello un profundo cambio de personalidad que le hace irreconocible.
Así da comienzo la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, en la que un humanitario y amable científico se transforma en un asesino despiadado, un ser malvado cuya depravación va en aumento a medida que avanza la trama.
Esta historia ya forma parte de nuestra cultura, y muestra como cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde, un personaje amable y virtuoso en la vida cotidiana, y a su vez una entidad oculta y tenebrosa que mantenemos silenciada la mayor parte del tiempo y de la cual nos avergonzamos, y que pulsa violenta por salir a la superficie a espaldas nuestras.
Así, podemos ver, como bajo la mascara de nuestro Yo consciente permanecen ocultas todo tipo de emociones y conductas reprimidas, aspectos y cualidades de nuestra personalidad que hemos tomado la decisión de enterrar por motivos diversos que tienen que ver con la vergüenza, la culpa, la necesidad de ser aceptados, de reconocimiento….así, con un gran gasto de energía por nuestra parte, hemos enterrado los celos, la mentira, el resentimiento, la ira, el orgullo, la tendencia asesina…..principalmente.
Este terreno de incomodas arenas movedizas, que difícilmente nos atrevemos a explorar la mayoría de nosotros, recibe el nombre de sombra personal.
La sombra personal se desarrolla de forma natural en todos nosotros durante la infancia. Se configura a través un proceso de identificación en el que vamos seleccionando aquellas cualidades que son reforzadas sistemáticamente por nuestro entorno, y vamos desechando aquellas por las que recibimos cualquier tipo de señal que nos haga pensar y sentir que podemos llegar a ser rechazados por mostrarlas en público, aquellas que no responden a nuestra imagen del Yo ideal. Así el ego y la sombra se van configurando a un tiempo como resultado de la misma experiencia vital.
Hay muchas fuerzas que se alían en la creación de nuestra sombra: los padres, los profesores, la religión…nos van mostrando qué es un comportamiento adecuado o inadecuado dentro de los márgenes de nuestro grupo social de referencia y nuestro grupo de pertenencia. Cada grupo social, incluso cada grupo familiar, va a definir que aspectos pertenecen al ego, y que aspectos pertenecen a la sombra.
Así la sombra acaba siendo aquello de nosotros mismos que no nos gusta, y mantenemos oculto, convirtiéndose en aspectos que vivimos como amenazantes desde el momento en que nunca podemos estar seguros de sí están lo suficientemente ocultos como para que no se nos noten….esa necesidad de ocultar estos aspectos va dando a nuestra estructura una rigidez que la empobrece y la limita….unos limites y una rigidez que saltan por los aires cuando la presión a la que nosotros mismos nos sometemos, o a la que nos somete el ambiente que nos rodea, nos resulta inaguantable.
Y así en honor a los aspectos que hemos decidido encarnar como ideales, vamos sacrificando otros que vivimos como indeseables, y que van conformando con el tiempo una especie de personalidad oculta contra la que tenemos que luchar. Y esta lucha, esta dualidad conlleva un gran sufrimiento, porque estamos luchando con aspectos muy nuestros que nos hemos visto obligados a desestimar para cumplir con la norma del grupo.
Cuando nacemos venimos al mundo como una pletórica esfera de energía que pasea ingenua y confiada, con un gran amor y confianza en si misma…..pronto, muy pronto, descubrimos que el amor que tanto ansiamos recibir tiene un precio, que la aceptación tiene un precio, y comenzamos a ceder partes de nosotros mismos para recibir del otro dones que creemos solo están fuera, que no pensamos podamos albergar en nosotros.
Estamos equivocados, como esferas somos perfectos, completos, pero el otro proyecta en nosotros sus limitaciones e inseguridades y nos hace sentir incompletos y necesitados de amor…Solo estamos viviendo las proyecciones de la sombra de los que nos rodean, pero ya es demasiado tarde, ya han conseguido que nos quitemos una, o dos, o tres rebanadas…ya no somos la esfera, ya somos algo menos…cada vez un poco menos….y vamos dejando cachitos de nosotros por el camino con la esperanza de recibir lo que no sabemos que ya está en nuestro interior.
Antes de que Freud comenzara a bucear en las profundidades del inconsciente humano, en 1886, Robert Louis Stevenson tuvo un sueño muy revelador.
En su sueño un hombre perseguido por haber cometido un crimen ingiere una pócima, sufriendo con ello un profundo cambio de personalidad que le hace irreconocible.
Así da comienzo la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, en la que un humanitario y amable científico se transforma en un asesino despiadado, un ser malvado cuya depravación va en aumento a medida que avanza la trama.
Esta historia ya forma parte de nuestra cultura, y muestra como cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde, un personaje amable y virtuoso en la vida cotidiana, y a su vez una entidad oculta y tenebrosa que mantenemos silenciada la mayor parte del tiempo y de la cual nos avergonzamos, y que pulsa violenta por salir a la superficie a espaldas nuestras.
Así, podemos ver, como bajo la mascara de nuestro Yo consciente permanecen ocultas todo tipo de emociones y conductas reprimidas, aspectos y cualidades de nuestra personalidad que hemos tomado la decisión de enterrar por motivos diversos que tienen que ver con la vergüenza, la culpa, la necesidad de ser aceptados, de reconocimiento….así, con un gran gasto de energía por nuestra parte, hemos enterrado los celos, la mentira, el resentimiento, la ira, el orgullo, la tendencia asesina…..principalmente.
Este terreno de incomodas arenas movedizas, que difícilmente nos atrevemos a explorar la mayoría de nosotros, recibe el nombre de sombra personal.
La sombra personal se desarrolla de forma natural en todos nosotros durante la infancia. Se configura a través un proceso de identificación en el que vamos seleccionando aquellas cualidades que son reforzadas sistemáticamente por nuestro entorno, y vamos desechando aquellas por las que recibimos cualquier tipo de señal que nos haga pensar y sentir que podemos llegar a ser rechazados por mostrarlas en público, aquellas que no responden a nuestra imagen del Yo ideal. Así el ego y la sombra se van configurando a un tiempo como resultado de la misma experiencia vital.
Hay muchas fuerzas que se alían en la creación de nuestra sombra: los padres, los profesores, la religión…nos van mostrando qué es un comportamiento adecuado o inadecuado dentro de los márgenes de nuestro grupo social de referencia y nuestro grupo de pertenencia. Cada grupo social, incluso cada grupo familiar, va a definir que aspectos pertenecen al ego, y que aspectos pertenecen a la sombra.
Así la sombra acaba siendo aquello de nosotros mismos que no nos gusta, y mantenemos oculto, convirtiéndose en aspectos que vivimos como amenazantes desde el momento en que nunca podemos estar seguros de sí están lo suficientemente ocultos como para que no se nos noten….esa necesidad de ocultar estos aspectos va dando a nuestra estructura una rigidez que la empobrece y la limita….unos limites y una rigidez que saltan por los aires cuando la presión a la que nosotros mismos nos sometemos, o a la que nos somete el ambiente que nos rodea, nos resulta inaguantable.
Y así en honor a los aspectos que hemos decidido encarnar como ideales, vamos sacrificando otros que vivimos como indeseables, y que van conformando con el tiempo una especie de personalidad oculta contra la que tenemos que luchar. Y esta lucha, esta dualidad conlleva un gran sufrimiento, porque estamos luchando con aspectos muy nuestros que nos hemos visto obligados a desestimar para cumplir con la norma del grupo.
Cuando nacemos venimos al mundo como una pletórica esfera de energía que pasea ingenua y confiada, con un gran amor y confianza en si misma…..pronto, muy pronto, descubrimos que el amor que tanto ansiamos recibir tiene un precio, que la aceptación tiene un precio, y comenzamos a ceder partes de nosotros mismos para recibir del otro dones que creemos solo están fuera, que no pensamos podamos albergar en nosotros.
Estamos equivocados, como esferas somos perfectos, completos, pero el otro proyecta en nosotros sus limitaciones e inseguridades y nos hace sentir incompletos y necesitados de amor…Solo estamos viviendo las proyecciones de la sombra de los que nos rodean, pero ya es demasiado tarde, ya han conseguido que nos quitemos una, o dos, o tres rebanadas…ya no somos la esfera, ya somos algo menos…cada vez un poco menos….y vamos dejando cachitos de nosotros por el camino con la esperanza de recibir lo que no sabemos que ya está en nuestro interior.
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