Fuerza de Voluntad

En este preciso y precioso instante, en perfecta resonancia y en el momento oportuno, me encuentro con esta lectura que quiero compartir, porque explica claramente cosas que yo he intentado explicar muchas veces sin conseguir que se me entienda.

Habla sobre el valor de demorar la gratificación esperando el momento, TU MOMENTO, el que tu sientas como oportuno para ti.

Habla de la necesidad de sublimar el deseo y elevarse por encima de él, para convertirnos en personas libre con opciones reales, con reales posibilidades de elegir.

Habla en definitiva de la necesidad de trabajar con la propia voluntad enfocando y canalizando adecuadamente tu energía para conseguir aquello que realmente queremos y no quedarnos con el premio de consolación, porque aquello que realmente buscamos a veces necesita de tiempo para que crezca, para que se desarrolle...necesita de paciencia, de una infinita paciencia....y de amor, un amor infinito que nos permita comprender la necesidad de concederle a cada asunto, a cada persona, su tiempo, su ritmo, sin intentar imponer el nuestro, a nada ni a nadie.

Con las palabras que comparto a continuación explica un poquito sobre esto Jose María Doria en su libro INTELIGENCIA DEL ALMA.

"En la Universidad de Stanfford, se llevó a cabo un experimento conocido con el nombre de "Test de las Golosinas". El experimento consistía en situar, uno por uno, a niños de 4 años en una habitación en la que se les dejaba frente a una golosina encima de la mesa. Al poco, un monitor les decía: "Ahora debo marcharme y regresaré dentro de 20 minutos. Si lo deseas, puedes tomarte la golosina, pero si esperas a que vuelva, te daré dos de ellas". Gran dilema. Cuando catorce años después estos niños se vieron sometidos a un estudio comparativo, aquéllos que habían comido inmediatamente el manjar y los que habían esperado, se observó que los que no habían sido capaces de esperar, eran más proclives al estrés, tendían a irritarse y pelearse con más frecuencia y eran menos aptos para resistirse a las tentaciones en aras de la consecución de un determinado objetivo. ¿Capacidad de aplazar la gratificación inmediata?

Cuando uno reconoce que "necesita" una determinada satisfacción que le proporciona una cosa o la presencia de una persona, es consciente de su dependencia. Cuantas más opciones tenga nuestra mente para satisfacer sus necesidades y lograr sus metas, más poder y libertad experimenta. Aprender a aplazar el deseo y aprender asimismo a satisfacerlo oportunamente, supone ser libre de la presión, a veces obsesiva, con que éste trata de someternos.

¿Cuál es la cara oscura del deseo?, ¿frustración?, ¿apego?, ¿ansiedad? El hecho de satisfacer un deseo que consideramos irresistible y ante el que nos declaramos sin posibilidad de control, degrada nuestra vocación de libertad. Un gramo cura, gramo y medio mata. La medida justa de capricho y de homenaje que le damos al cuerpo y a la mente, es todo un arte que, en cada momento, varía de cuantía. El deseo puede ser un motor vital que dinamiza nuestra existencia, pero también una manera de perder el momento presente mediante anticipaciones y ansiosas expectativas

El deseo abarca un gran abanico en el espectro de nuestra motivación interna. Desde la compulsión hedonista hacia sensaciones placenteras, hasta el propio deseo de liberarse del deseo y ser libre de las consecuencias que éste tiene en la consciencia. Cuando el deseo es transmutado en un nivel superior se convierte en voluntad, una capacidad que marca el rumbo y conduce la vida.

Si uno satisface deseo tras deseo y se olvida paulatinamente de la sobriedad del alma, sentirá lo mismo que experimenta el que bebe agua de mar, que por más que beba y beba, nunca saciará su sed. Existe otro camino que se entrena en el aplazamiento del impulso y en la disciplina de una renuncia sana. Se trata de cultivar espacios de silencio y una permanente mirada interna. Ambos convierten el deseo en voluntad, elevando la energía del estómago apretado hacia el pecho y la cabeza. Cuando una persona desea algo fervientemente y trabaja su correspondiente desapego, logra convertir dicha "necesidad" en una "opción", con lo que su deseo deja de ser exigencia. Los deseos de este tipo, rara vez perjudican a otras personas.

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