A lo largo de todos estos años de ejercicio de psicología he usado diferentes instrumentos de medida para determinar el perfil de personalidad de las personas que se acercan a mi consulta. Inicialmente fueron test baremados, dibujos, caligrafía...todo aquello que aprendí en la Universidad y en lo que me convertí en una experta.
Desde que conozco el Árbol Natal de la Cábala he descubierto un excelente instrumento para establecer el perfil psicológico de las personas, con un profundo carácter descriptivo y un gran valor predictivo, desde mi punto de vista, tan valioso o más cómo cualquier buen test baremado.
El esquema de trabajo que seguimos en el estudio del Árbol Natal está basado en los trabajos realizados por Jaime Villarrubia y su equipo.
Ellos analizan multitud de variables, combinadas de múltiples formas. Basan sus conclusiones en el análisis de casos y en la comparación de los diferentes perfiles que obtienen con otros instrumentos de medida, y los validan con la biografía del sujeto.
Mi experiéncia es que los datos que se obtienen aplicando su método de trabaja son altamente descriptivos y predictivos.
A su legado yo añado mi experiencia y conocimiento como psicóloga, mi intuición y conexión con otros planos de conciencia, y mi casuística particular.
Así que puedo decir que el Árbol Natal de la Cábala levantado por mi se convierte en una potente herramienta de auto-conocimiento que nos permite enfocar el trabajo en las siguientes sesiones de una forma muy personalizada, concreta y directa en la búsqueda de las soluciones que más encajan con la esencia de la persona en cuestión.
Pero el valor de nuestro Árbol va mas allá. El Árbol nos permite conocer nuestro propósito de vida, las experiencias y apren
dizajes que hemos elegido vivir, qué cosas nos quedaron pendientes de realizar en otras encarnaciones y nos las traemos cómo tareas pendientes, cuáles son esos temas que nos van a plantear las máximas dificultades, a los que vamos a llamar crisis, y cada cuanto tiempo van a pasar.
Así cómo las áreas temáticas en las que se van a presentar los miedos, que son las máximas cristalizaciones que aparecen para señalar el camino y que comprobemos qué cuando nos enfrentamos a ellos no pasa nada de nada. En realidad los miedos nos hablan de áreas faltas de experiencias, en las que nunca nos adentramos y que necesitamos explorar, y que si nos decidimos por ellos nos aportaran las experiencias más satisfactorias. En realidad aquello a los que no nos atrevemos y más miedo nos da, es aquello que mejor se nos va a dar y más felices nos va a hacer.
En definitiva, un elemento que nos permite adentrarnos en el conocimiento profundo de nuestra psicología y esquemas de funcionamiento, así cómo recibir información sobe el propósito de nuestra alma al encarnar y en qué nivel evolutivo nos encontramos y cómo progresar a nuevos escalones de desarrollo de la consciencia.
Seguiremos hablando con más detalle sobre este apasionante tema con el que me siento tan identificada, en próximas entradas.
Desde que conozco el Árbol Natal de la Cábala he descubierto un excelente instrumento para establecer el perfil psicológico de las personas, con un profundo carácter descriptivo y un gran valor predictivo, desde mi punto de vista, tan valioso o más cómo cualquier buen test baremado.
El esquema de trabajo que seguimos en el estudio del Árbol Natal está basado en los trabajos realizados por Jaime Villarrubia y su equipo.
Ellos analizan multitud de variables, combinadas de múltiples formas. Basan sus conclusiones en el análisis de casos y en la comparación de los diferentes perfiles que obtienen con otros instrumentos de medida, y los validan con la biografía del sujeto.
Mi experiéncia es que los datos que se obtienen aplicando su método de trabaja son altamente descriptivos y predictivos.
A su legado yo añado mi experiencia y conocimiento como psicóloga, mi intuición y conexión con otros planos de conciencia, y mi casuística particular.
Así que puedo decir que el Árbol Natal de la Cábala levantado por mi se convierte en una potente herramienta de auto-conocimiento que nos permite enfocar el trabajo en las siguientes sesiones de una forma muy personalizada, concreta y directa en la búsqueda de las soluciones que más encajan con la esencia de la persona en cuestión.
Pero el valor de nuestro Árbol va mas allá. El Árbol nos permite conocer nuestro propósito de vida, las experiencias y apren
dizajes que hemos elegido vivir, qué cosas nos quedaron pendientes de realizar en otras encarnaciones y nos las traemos cómo tareas pendientes, cuáles son esos temas que nos van a plantear las máximas dificultades, a los que vamos a llamar crisis, y cada cuanto tiempo van a pasar.
Así cómo las áreas temáticas en las que se van a presentar los miedos, que son las máximas cristalizaciones que aparecen para señalar el camino y que comprobemos qué cuando nos enfrentamos a ellos no pasa nada de nada. En realidad los miedos nos hablan de áreas faltas de experiencias, en las que nunca nos adentramos y que necesitamos explorar, y que si nos decidimos por ellos nos aportaran las experiencias más satisfactorias. En realidad aquello a los que no nos atrevemos y más miedo nos da, es aquello que mejor se nos va a dar y más felices nos va a hacer.
En definitiva, un elemento que nos permite adentrarnos en el conocimiento profundo de nuestra psicología y esquemas de funcionamiento, así cómo recibir información sobe el propósito de nuestra alma al encarnar y en qué nivel evolutivo nos encontramos y cómo progresar a nuevos escalones de desarrollo de la consciencia.
Seguiremos hablando con más detalle sobre este apasionante tema con el que me siento tan identificada, en próximas entradas.
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