
Cuando nos inunda la prisa y se nos
acaba la paciencia, cuando ya no podemos esperar más y nos angustiamos y los tiempos nos parecen eternos y la ansiedad se hace presente en nuestra vida. Cuando nos desmoralizamos en la espera, y tiramos la toalla en los quizás últimos cien metros de nuestra personal maratón...todo ello denota falta de confianza.
Nos ponemos presurosos, queremos que nuestros deseos se cumplan ya, porque no confiamos en que lo que esperamos va a llegar. Porque no confiamos en el proceso, ni en la vida, ni en nosotros. Y lo cierto es qué en nuestra realidad, tal y como la tenemos estructurada en este momento, la variable tiempo es un factor que no podemos olvidar por mucho que queramos meternos prisa, a nosotros mismos o a los acontecimientos.
Todo necesita un tiempo de generación: un bebe para estar preparado para nacer, una semilla para germinar, una flor para florecer, una mente para aprender a leer, un antibiótico para hacer su efecto...no podemos sacar un bizcocho del horno antes de tiempo, ni un helado del congelador...No podemos acelerar los tramites de un divorcio, ni los necesarios para cobrar una herencia. Las circunstancias imponen sus plazos, en esta dimensión de la vida, la variable tiempo es ineludible, la espera es incontestable, y la paciencia es un arte que podemos definir como espera confiada.
Eliminar la prisa de nuestra vida sería acabar con uno de los mayores males para nuestro corazón, la ansiedad. La misma energía que suele bloquear nuestros asuntos porque pensamos que si no es ya, no va a ser nunca.
Es necesario tomar conciencia de que los tiempos del Universo o del otro, no son necesariamente iguales a los nuestros. A veces nos van a tener que esperar, otras veces seremos nosotros los que esperemos. A veces se da la sincronicidad y entonces los tiempos coinciden, pero eso es un hecho tan exquisitamente raro que lo llamamos milagro.
Y yo creo en los milagros. Mi vida esta llena de ellos y de magia, de casualidades y oportunidades. Pero también esta llena de mucha paciencia, porque se esperar. Porque creo en el valor de respetar los tiempos que necesitan los procesos para completarse, porque creo que el viaje es el camino. Porque he aprendido a disfrutar de las estaciones de paso, que me llevaran hasta la meta, en las condiciones adecuadas.
La cima se consigue en cada paso que nos acerca a la cumbre con amor y paciencia confiada. La prisa solo denota falta de confianza en lo que va a pasar, por eso lo queremos aquí y ahora. Y nos agotamos empujando a la vida, en lugar de fluir con ella.
A un río no se le empuja, un río se cruza en el sentido de la corriente...La vida es un río que nos traerá todo lo que necesitamos con solo sentarnos en la orilla adecuada con los ojos bien abiertos, dispuestos a saltar a sus aguas en el momento oportuno.
Mientras tanto, disfrutar del soleado paisaje y rendirse a la experiencia, nos enriquecerá el alma con los matices y aprendizajes que tan necesarios nos serán, para coronar la cumbre.
Así que confía y se paciente, porque la vida es generosa más allá de nuestros sueños más altos.
Comentarios
Publicar un comentario